
Superiores o clientes exigentes que aparentan cero espacio para negociar nos presionan con sus exigentes expectativas sobre algunos resultados; creencias y supuestos de lo que es permitido hacer frente a ciertas demandas; directivos con valores que se sienten prisioneros ante la dualidad de acatar las directivas sintiéndose infieles a sus creencias o responder heroícamente pero con fuertes consecuencias para su carrera o estabilidad laboral.
¿Qué espacio de flexibilidad tengo cuando me ofrecen una expatriación, o un movimiento dentro de la empresa? ¿Decir que "no" me condena a la marginación de las mejores oportunidades de crecimiento? ¿Qué margen de conversación tengo cuando mi jefe se pone enfático con una directiva? ¿Tengo espacio para cuestionarlo? ¿Qué nivel de riesgo estoy dispuesto a correr? ¿Y cómo quédo en el caso de que silencie mis perspectivas?
Preguntas como estas están a la orden del día de las mujeres y hombres que nos desempeñamos en organizaciones. ¿Cómo respondemos ante estos dilemas aparentemente bi-polares?